Navarro, Juan Carlos

Miércoles, 7 Diciembre, 2011

Tras su dilatada experiencia en el ámbito de la I+D+i en acuicultura, Juan Carlos Navarro coge las riendas de la dirección de uno de los centros de investigación en acuicultura más punteros en España, el Instituto de Acuicultura Torre de la Sal del CSIC. Confiesa que su principal objetivo es mantener el nivel en las investigaciones que desarrolla el centro, pese a las dificultades de la actual coyuntura económica.

Este año asumió el cargo de nuevo director del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal (IATS) del CSIC. ¿Cuáles son lo retos que afronta?

El principal objetivo del Instituto es mantenernos en un buen nivel de investigación en acuicultura y continuar con nuestra labor, pese a la penuria económica.

¿Qué proyectos de investigación destacaría?

Tenemos algunos proyectos europeos en diferentes ámbitos, uno de los cuales, de excelencia. Se llama Aquaexcel y trata de dinamizar la acuicultura con el intercambio y la puesta en común de nuevas tecnologías. De alguna forma, hemos puesto algunas instalaciones nacionales de acuicultura en el mapa europeo de manera que sean  centros de referencia. Para ello, participamos 17 instituciones de 10 países.

¿Qué puede representar para España?

Además del IATS, en este proyecto también participa la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, que tiene un grupo potente en acuicultura. Es interesante porque de algún modo existe un reconocimiento claro de instalaciones, científicos e investigación de excelencia. Estamos dispuestos a ofrecer y compartir nuestro conocimiento con nuestros colegas europeos. Ahora se encuentra en una fase inicial y poco a poco estamos viendo como se articula el proyecto.

Además de Aquaexcel, en el Instituto desarrollamos otros proyectos en diferentes ámbitos. Nosotros nos movemos cómodamente dentro de las nuevas tecnologías, y en esta línea, se realiza investigación de calidad prácticamente en cualquier campo de la acuicultura, tanto en proyectos nacionales como internacionales.

Su trayectoria en investigación se ha centrado en el campo de la nutrición de especies marinas, en concreto, en el metabolismo lipídico y ácidos grasos. La Artemia –un pequeño crustáceo- es el principal alimento de las larvas pero necesita ser enriquecida con ácidos grasos. ¿Se ha encontrado alguna alternativa?

Hace 25 años me pronosticaron que la Artemia se habría acabado y que no era más que una técnica, pero hoy en día seguimos dependiendo de ella para alimentar a las larvas. El problema reside en que, además de depender exclusivamente de su recolección del medio natural, es necesario suplementar a sus nauplios –la primera larva característica de los crustáceos- con ácidos grasos de adecuado valor nutritivo en función de los requerimientos de la especie que cultivamos.
Resulta paradójico que mientras  que en la fase larvaria se necesita introducir en la cadena trófica lípidos y ácidos grasos esenciales marinos, cuando los peces son adultos, estos lípidos marinos se intentan sustituir por motivos económicos y de sostenibilidad.

Para mejorar la sostenibilidad también se empiezan a utilizar piensos vegetales, ¿es realmente una alternativa para peces que son carnívoros?

Sin duda. hay resultados publicados de nuestro instituto que lo avalan. De hecho, los peces son muy manejables en términos de su perfil bioquímico y  es perfectamente factible. Por eso, creo que es un bulo que los productos de acuicultura tengan peor sabor. El tema fundamental está en la frescura. Invitaría a la gente a hacer una cata y dudo que lo distingan. Hay más diferencia en términos de frescura que en la mayor o menor manipulación  del  producto.
Todos los estudios apuntan a que los productos de acuicultura son perfectamente saludables.

¿Hacia donde se dirige la alimentación larvaria?

El futuro está en las micropartículas, pero para ello hay que establecer adecuadamente los requerimientos de las diferentes especies que se cultivan, tenerlos bien calculados y conseguir vehicular en un alimento inerte los nutrientes esenciales. Hay que tener en cuenta que una larva de pez es un organismo tremendamente cambiante. Nace con la boca y los ojos cerrados y va formando sus órganos vitales, incluido el sistema digestivo con la absorción de las reservas de la madre, y continúa formándolos en la fase de alimentación exógena.  Ello conlleva que los requerimientos vayan cambiando, por lo que es tremendamente difícil ajustar los nutrientes que necesitan las larvas para salir adelante.

Hace más de 25 años que el instituto desarrolló su actividad investigadora. ¿Cómo han evolucionado las necesidades de I+D+I?

A medida que se avanza el conocimiento, se abren nuevas puertas. Con las nuevas tecnologías hay herramientas que permiten hilar muy fino en ciertos problemas científicos que antes se acometían desde puntos de vista más básicos. Pero básicamente ahora sentimos una necesidad muy importante de financiación y de dar continuidad a las líneas que tenemos.

¿Habéis sufrido recortes en vuestro centro?

Nos encontramos en un entorno hostil en ese sentido, fruto de la crisis económica.  Pero como investigador siempre he sentido la necesidad de tener que buscar financiación para seguir trabajando.

¿Es complicado transmitir la importancia de invertir en I+D+I?

Cuesta hacer entender porque se tiene un espíritu muy mercantilista del tema. Se piensa que la única investigación es la que obtiene resultados positivos, cuando  los científicos sabemos que la mayoría de resultados no son positivos.  Es igual de importante saber por dónde no hay que ir que por dónde hay que ir. Nuestra tarea es generar conocimiento y a partir de ahí la misma investigación nos marca el rumbo. Sin embargo, con el actual escenario económico se percibe una tendencia a  premiar preferentemente la investigación que da resultados positivos y directamente aplicables. No hay que perder de vista la importancia de la  generación de conocimiento de base.

¿Cómo se transfiere este conocimiento desde el IATS a la empresa?

También es complicado, pero tenemos colaboraciones puntuales con la empresa en diferentes tipos de proyecto y áreas productivas, como nutrición y patología. Es importante la relación con la industria. También hemos trabajado puntualmente con el sector hortofrutícola y me ha asombrado el paralelismo que hay entre nuestro mundo y el de ellos, siendo como aquel un sector más asentado y maduro pero con problemas similares.

Usted representa al IATS en Aqua-tnet de la Unión Europea. ¿Cómo participa el instituto en esta plataforma?

Intentamos que el Instituto forme parte de un entorno académico, de ahí nuestra participación en Aqua-tnet. En esta red tenemos un papel simbólico de apoyo, pero también participamos en otras iniciativas como el Máster Interuniversitario de Acuicultura de la Universidad de Valencia, así como en cursos y seminarios. Se trata de abrir el instituto al ámbito docente. En este caso, en Aqua-tnet pretendemos también facilitar que nos visiten estudiantes y aportar nuestro punto de vista como instituto de investigación.

Juan Carlos
Navarro
Titulacion: 
Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia
Profesión: 
Director del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal del CSIC
Miscelánea: 

El actual director del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal del CSIC, Juan Carlos Navarro, estudió Ciencias Biológicas en la Universidad de Valencia. Se licenció en 1983 y se doctoró, por la misma universidad en 1990. Fue becario de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica dentro del I Plan de Formación de Técnicos Superiores en Acuicultura, de la Generalitat Valenciana, y del Ministerio de Educación y Ciencia. Completó su formación en el Instituto  de Acuicultura Torre de la Sal (CSIC) y en las universidades de Rhode Island (USA) y de Stirling (UK). Es Premio Extraordinario de Doctorado y Premio de la Real Academia de Doctores.
Entró en plantilla como Científico Titular del CSIC en 1992 en el Instituto de Acuicultura  Torre de la Sal, donde desde 2008 es investigador científico.