Feijoo, Gumersindo

Miércoles, 16 Marzo, 2011

Gumersindo Feijoo forma parte del grupo de investigación en Ingeniería Ambiental y Bioprocesos de la Universidad de Santiago, pionero en España en el análisis del ciclo de vida del producto y el cálculo de la huella de carbono en el sector acuícola. Tras estudiar el cultivo de mejillón y la crianza de rodaballo asegura que el impacto en la emisión de gases efecto invernadero es mínimo, por lo que anima a las empresas del sector a calcular la huella de carbono para obtener un valor añadido en la comercialización del producto.  

Su grupo de investigación en Ingeniería Ambiental y Bioprocesos cuenta con una amplia experiencia en el análisis de la huella de carbono en productos de pesca y acuicultura. Entre los estudios, investigaron 83 bateas situadas en la rías gallegas. ¿Cuáles fueron las conclusiones del estudio?


La primera etapa se centró en la obtención de datos fiables de campo, algunos complejos como, por ejemplo, la composición de las aguas de sentinas de los barcos. Una vez los tuvimos, estudiamos todas las fases del cultivo, desde la cría de la mejilla hasta las operaciones con el barco y el proceso. A partir de ahí observamos cuánto consume el mejillón si se destina a fresco o a conserva.
Entre las conclusiones detectamos que el cultivo es de todos los procesos del ciclo de vida del mejillón el que menos impacto tiene. Por lo tanto, recomendamos en esta fase incorporar en los barcos un doble motor para apagar el motor grande cuando no sea necesario y utilizar sólo el pequeño. También intentamos comparar si era mejor una batea de madera o de poliéster. Pero el problema es que las bateas de poliéster son nuevas en el mercado y no se sabe cuanto van a durar. Entonces estudiamos las de madera. Al final calculamos que por kilo producido de mejillón se emiten ocho gramos de CO2.

Su equipo también ha estudiado el cultivo de rodaballo ¿Se pueden extrapolar algunas de las conclusiones a esta especie?

Para nosotros era importante diferenciar la acuicultura intensiva de la extensiva porque existe el prejuicio de que el impacto de los sistemas intensivos es mayor. Por eso estudiamos como ejemplo el rodaballo. En este caso, otros trabajos ambientales señalaban que la fabricación del pienso era un tema preocupante, pero no en la planta que fabrica el pienso en sí misma, que es muy simple, sino en el origen de esos productos. Sin embargo, la conclusión a la que llegamos era que si analizamos la cantidad de proteína que aportan diversos productos como el mejillón, en la categoría de cambio climático tienen el mismo impacto que si lo comparamos con el rodaballo. En total la relación es de 1,02-1,03, incluyendo todos los procesos. Obviamente es una cantidad pequeña.

Por lo tanto también se tiene en cuenta la cantidad proteica a la hora de analizar la huella de carbono

La idea es que un pescado nos aporta calorías, que son bajas, y proteínas, pero no grasas ni azúcares. Por eso es bueno compararlo por proteína. En todos los casos hay que señalar que el valor absoluto de huella de carbono es irrelevante en el sector acuícola si lo comparamos, por ejemplo, con una eléctrica. Pero la clave está en que el consumidor es una variable. Es decir, muchos productos alimentarios van a tener que calcularla porque si no lo hacen los ciudadanos piensan que contaminan mucho. Nuestro trabajo es primero calcularla y poder ofrecer ese dato.

Entonces será un valor añadido para el producto

Sin duda. Dentro de los parámetros de sostenibilidad se encuentra el vértice económico. En este sector la huella de carbono se  calcula por un interés básico de marketing y de defensa porque en los supermercados cada vez más productos aportan ese valor. Imaginemos el caso de los automóviles. Hace 20 años no introducían ese dato pero ahora por ley en todos los anuncios es obligatorio que figure la cantidad de CO2 que emiten por kilómetro.

¿Recomienda a las empresas del sector calcular la huella de carbono?

Sí, por supuesto. Es una cuestión de marketing básicamente. De hecho si hace el análisis del ciclo de vida del producto y la huella de carbono derivada del ACV las empresas pueden ahorrar dinero. La clave está en que  pueden detectar el punto donde son menos ecoeficientes y actuar. Siendo eficiente se gana más y si además son eco fantástico. Por ejemplo, en el caso de la depuradora de moluscos el problema era el consumo de energía de las bombas de extracción de agua, que eran muy antiguas. Por lo tanto, una acción ambiental correcta sería renovar las bombas para ahorrar mucho dinero y ambientalmente saldrían mucho más favorecidos. 


Pero el cálculo de la huella de carbono es incipiente aquí en España. ¿Cómo deben actuar las empresas del sector acuícola ante este nuevo escenario?

Es un tema clave.  El cálculo no está normativizado, es decir, es diferente el cálculo en España, Francia y Reino. Y eso puede dar lugar a mucho error y a una competencia desleal desde el punto de vista de marketing. Desde mi punto de vista, abogaría por que la huella de carbono estuviera bajo el paraguas de una directiva europea.  Es lo mejor porque implicaría una metodología de cálculo común para todos. En primer lugar, definiría qué fases estudiamos. Esto por ejemplo ya está resulto en la ecoetiqueta europea. Si embargo, los alimentos y medicinas se excluyen de la ecoetiqueta porque tienen sus directivas específicas. Por eso la huella de carbono ha pegado tanto en alimentos y es la alternativa ecológica. Se trata de un nicho descomunal que suple la ecoetiqueta europea. El gran problema es que no hay una homogeneización en la metodología.

¿Cuál es la principal  escollo para consensuar un sistema homogéneo?

El problema es que en el sector alimentario chocamos con la directiva de seguridad alimentaria. Existen más factores a tener en cuenta además del cálculo de CO2, como por ejemplo, que el producto llegue en perfecto estado. No cabe duda de que con el tiempo hay que modificar la directiva de seguridad alimentaria e introducir el cálculo de huella de carbono, pero sin una limitación.

¿Qué fases específicas en el cálculo de huella de carbono se estudian en España a diferencia de otras países?

Calculamos el ciclo de vida del producto, desde la cuna hasta el consumidor. La clave es que se trata de una referencia marco. Por ejemplo, si analizamos el mejillón nadie nos exige que estudiemos el cultivo de la mejilla, con lo cual podemos estudiar sólo el proceso de transporte del barco y ya está. Pero eso no es el ciclo de vida. En cambio, si hubiera una directiva marco nos obligaría a estudiar las mismas fases a todos si queremos comparar, por ejemplo, el mejillón chileno y el europeo. El cálculo del ciclo de vida del producto es una herramienta de comunicación ambiental bestial porque el número no va a ser grande en el sector acuícola, no hay que tener miedo al número final. Nosotros no sólo hacemos estudio de huella de carbono sino uno previo donde analizamos más categorías como la destrucción de la capa de ozono o la acidificación. Después también especificamos la huella de carbono.

¿Existe algún mecanismo para valorar el grado de sostenibilidad global de una empresa, no sólo la huella de carbono?

Es la pregunta de todas las empresas. La metodología que más se aplica es el análisis del ciclo de vida. Desde el punto de vista de la economía, que es otro vértice de sostenibilidad, también podemos llegar a un número. Si embargo, el vértice social es el más problemático para alcanzar un resultado numérico concreto. Por ejemplo, ¿cómo se puntúa si una empresa tiene el mismo número de mujeres que hombres? Por lo tanto, obtener un índice de sostenibilidad global no existe hoy en día, lo que más se aproxima es la gestión del ciclo de vida. Pero ya hace diez años que se está trabajando para llegar a valorar cuantitativamente la sostenibilidad.

En países como Francia y Reino Unido se ha extendido el etiquetado de huella de carbono en los productos ¿Cree que España podría experimentar una situación similar?

En España creo que no compensa generar una huella específica. En el caso de Reino Unido, está Carbon Trust, que es una agrupación de mayoristas británicos que deciden poner en marcha un protocolo para etiquetar la huella de carbono en los productos. De hecho, nosotros hemos trabajado con ellos porque el tema de pesca no lo tienen desarrollado. En este caso, si definimos una
metodología específica para el sector con el apoyo de  Carbon Trust va a querer decir que, por ejemplo, el salmón o la pesca del arenque en Noruega va a tener que utilizar ese tipo de sistema. Esto es una ventaja muy grande porque se definen ya los caminos para saber qué es lo necesario.
Sin embargo, en España no compensa porque se está trabajando para obtener la norma ISO14067, que va a ser un documento marco que nos va a dejar mucho margen de actuación. Es decir, va a definir cuál es el protocolo marco para el cálculo concreto de la huella de carbono. Pero la diferencia con la ecoetiqueta es que no va a especificar las fases concretas. Aún así la ISO 14067 es una primera aproximación interesante.

Cómo valora la labor que lleva a cabo la Fundación OESA?

Coincido con la filosofía de la Fundación de desarrollar acciones divulgativas y, en concreto, de los observatorios para analizar el sector y detectar necesidades a medio y corto plazo.

Gumersindo
Feijoo
Titulacion: 
Doctor en Ingeniería Química
Profesión: 
Catedrático e investigador del Área de Ingeniería Química por la Universidad de Santiago de Compostela
Miscelánea: 

Es director del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago de Compostela. Su experiencia investigadora ha incluido la participación en siete proyectos de investigación europeos, tres acciones integradas con Alemania e Israel, diez proyectos de I+D del MEC y ocho proyectos de I+D financiados por la Xunta de Galicia. Además, ha participado en 22 contratos de investigación con diversas empresas, entre las cuales Aquagest, Conservas Calvo S.A., Endesa y Gestagua S.A. Su actividad investigadora ha dado lugar a la supervisión de ocho tesis doctorales, la edición de tres libros, la publicación de dos patentes y doce capítulos de libros. Además ha publicado 101 artículos en revistas internacionales, de las cuales 97 pertenecen al Scientific Citation Index, como son Applied & Environmental Microbiology, Bioresource Technology, Biotechnology & Bioengineering, Biotechnolgy Progress, Chemosphere, Environmental Science & Tecnology, Internacional Journal of Life Cycle Assessment, Journal of Biotechnology, Renewable & Sustainable Energy Reviews y Trends in Biotechnology, entre otras. También ha escrito 24 artículos en revistas nacionales, 26 publicaciones en Proceedings de Congresos y ha realizado 170 presentaciones en congresos, con 3 conferencias invitadas y 52 ponencias orales.
Además, ha realizado diversas estancias de investigación en Holanda en Div. of Industrial Microbiology, Wageningen Agricultural University; MIGAL-Galilee Technological Center en Israel, Dpt. of Forestry. Wageningen Agricultural University en Holanda, Div. of Industrial Microbiology, Wageningen Agricultural University en Holanda; Centro EULA, Universidad de Concepción en Chile y el Dept. of Chemical and Environmental Engineering. University of Arizona en EE.UU.
En la Gestión Universitaria ha sido Coordinador del Máster Oficial en Ingeniería Ambiental de la Universidad de Santiago de Compostela.