El tesón y la ilusión de tres hermanos de Taragoña, que heredaron varias bateas mejilloneras de sus padres, les ha servido para ponerse a la vanguardia de la acuicultura en la ría de Arousa. El trabajo en los artefactos flotantes era más que duro, pero su intención era diversificar la actividad para no quedarse estancados. Así nació Proameixa Fernández, una firma que además del engorde de mejillón, disponen de un vivero un Carril y dispone de una batea experimental en A Pobra para la cría y el engorde de almeja. En la actualidad, venden la mayor parte de su producción a los pósitos de la zona para resembrar en sus bancos naturales.
Hace casi dos años se hicieron con una concesión experimental para hacer semilla, pues notaban que había un vacío que cubrir en este campo y se pusieron manos a la obra. La mayoría de la cría de bivalvo que producen la venden precisamente para los parquistas de Carril y también para los pósitos de la zona. En su planta consiguen sacar adelante el 90% de la producción, pues según afirma uno de los responsables de la firma, José Manuel Fernández, la materia prima es de primera calidad y de los mejores laboratorio del país y del extranjero.
El año pasado, han conseguido poner en el mercado alrededor de 14 millones de unidades, unas quince toneladas de marisco. El período que tiene que pasar en la batea la cría de almeja es de unos nueve meses cuando cada unidad, tras salir del laboratorio, tiene entre dos y cuatro milímetros. Cuando sale para los arenales cada pieza mide entre los 18 y los 20 milímetros, el más idóneo para la repoblación, porque, según José Manuel Fernández, porque se entierra perfectamente en la arena y además ya no es una presa tan fácil para los depredadores.
Los hermanos Fernández se dedican principalmente a la cría de almeja babosa, japónica y también algo de fina. Fueron de los primeros de la comarca en utilizar los platos redondos para el preengorde del bivalvo y hasta el momento, «estanos a dar moi bo resultado», comentó José Manuel.
Aunque la puesta en marcha de este proyecto nació para autoabastecer su propio vivero, los hermanos de Taragoña van más allá y no descartan en un futuro próximo contar con su propio laboratorio para así poder cerrar todo el ciclo. La idea no es tan descabellada pues ya comenzaron a realizar sus propios estudios.