La Red de Áreas Protegidas podrá incluir zonas marinas comprendidas hasta las doce millas en el Mediterráneo y hasta las 200 millas en la costa atlántica española, explica Pilar Marcos, del Programa Marino de WWF/Adena.
Para configurar la Red, se han elaborado informes con propuestas de hábitats y ecosistemas representativos y únicos. La Ley de Biodiversidad también incluye la realización del primer inventario nacional de hábitats y especies terrestres y marinos.
La organización Oceana ha propuesto, por su parte, que se incluyan en las áreas protegidas los ecosistemas de montañas submarinas, desiertos marinos, arrecifes de coral, jardines de gorgonias, campos de esponjas, arrecifes de moluscos bivalvos, y prados de algas verdes y algas rojas, entre otros.
Las reservas marinas contarán con un Plan de Ordenación de Recursos Naturales, como se hace ya en las terrestres, que deberá contemplar qué actividades deben quedar prohibidas y cuáles se permiten.
Entre las actividades que deberían restringirse, se encuentran los proyectos eólicos marinos en el caso de zonas de paso de aves y cetáceos, como el Estrecho de Gibraltar, las extracciones de petróleo y gas, y la limpieza de barcos, así como controlar el turismo de avistamiento de cetáceos y las inmersiones de buceo deportivo para disminuir las molestias en la fauna y flora.