Investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) estudian "la capacidad genética de estresar" que tienen los peces criados en granjas para cruzar los que mejor se aclimatan a la cautividad y lograr una descendencia más tranquila que se reproducirá mejor.
Así lo explicó a Efe José Manuel Vergara, del Grupo de Investigación en Acuicultura de la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC, quien destacó que la industria acuícola "partió de cero" en los 80 en Canarias y cuyas 20 granjas producen hoy unas 10.000 toneladas de pescado, facturan 30 millones de euros al año y emplean a más de 300 personas.
Vergara afirmó que cuando el hombre ha cruzado unas razas con otras siempre ha buscado características como que den más carne, tengan más crías o sean más resistentes a enfermedades pero, indirectamente, también ha estado seleccionando a animales que se aclimatan bien a estar encerrados.
Hoy se puede buscar esa capacidad de estresar, que es hereditaria e individual de cada animal, y cruzar animales que se estresan poco para conseguir, en una sola generación, peces que se estresan muy poco, lo que permitirá que crezcan más porque estarán más tranquilos, comerán más, se reproducirán mejor y serán más resistentes a enfermedades porque sus defensas estarán en mejor estado.
Para ello, se introduce un microchip en la piel a los peces, de forma que todos estén identificados, y se mide su nivel de estrés en la sangre a través de una extracción, lo que permite separar a los que se estresan más y utilizar como reproductores a los que se estresan menos.
Otra de las investigaciones que lleva a cabo este grupo consiste en el diseño de prototipos de nuevas jaulas y viveros sumergidos, susceptibles de instalarse a mayor profundidad, cada vez más lejos de la costa y que permiten automatizar mecanismos a través de satélites, radio, bluetooth o cámaras submarinas.
Tras situar a Canarias como la primera comunidad española en producción de lubina, con 5.000 toneladas al año, y la tercera en producción de dorada, gracias a las ventajas que ofrece el clima de las Islas para este cultivo, fundamentalmente por la temperatura relativamente alta del mar -entre 17 y 24 grados- que se registra durante todo el año, el Grupo de Investigación en Acuicultura de la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC estudia producir nuevas especies en cautividad.
Así, la corvina, el medregal, el pulpo, el jurel o el bocinegro son las especies candidatas, ya que reúnen los principales requisitos para ello: son locales, tienen un buen precio de mercado y una gran demanda, se pueden aclimatar bien a vivir en cautividad y comer pienso y es factible su reproducción en este medio.
José Manuel Vergara resaltó que sólo entre el 5 y el 8 por ciento de las 10.000 toneladas de pescado que se producen al año en Canarias se consumen o venden en el archipiélago y que el resto se exporta a Europa, fundamentalmente a España, que es, después de Japón, el segundo consumidor de pescado fresco del mundo.
Subrayó que las buenas condiciones climatológicas han posibilitado que en Canarias se cree "un producto nuevo que no tiene competencia en Europa", ya que sólo las granjas de las Islas pueden producir peces de un kilo o un kilo y medio de peso, mientras que en el Mediterráneo sólo se pueden engordar hasta medio kilo.
Esto es posible, dijo, porque la temperatura del mar en Canarias durante todo el año ofrece unas condiciones muy buenas para que el pez crezca constantemente y lo haga más rápido que si estuviera en aguas con una temperatura más baja.
Vergara recordó que industria acuícola comenzó en los ochenta por la disminución drástica de la pesca a causa de la sobreexplotación del mar y por los adelantos científicos, que ofrecieron los conocimientos necesarios sobre las peculiaridades de los animales acuáticos, cómo hay que alimentarlos y las técnicas para mantener el agua en buenas condiciones para poder criarlos en granjas marinas.
Ha sido un "boom" que ha hecho, pese a las reticencias de algunas personas a consumir estos productos, que en la actualidad la mitad de los productos acuáticos que se consumen en el mundo provengan de granjas y que, por ejemplo, uno de cada tres langostinos que se consumen en el mundo se cultive en cautividad.
Aseguró que los peces de granja no se alimentan con hormonas, sino con piensos cuya fórmula él mismo diseña.
"Son piensos como los que comen los pollos y los cerdos, pero fabricados con harinas hechas con sardinas y peces pequeños, aceites de pescado como fuente de grasas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales", indicó.
Agregó que mientras que un pez en el mar puede pasar hambre porque puede estar días o semanas sin encontrar comida, en la granja tiene asegurado un alimento equilibrado todos los días y está bien alimentado.