Estévez, Alicia

Jueves, 9 Febrero, 2012

La trayectoria profesional de Alicia Estévez en el ámbito de la investigación en la actividad acuícola se extiende desde el despegue de la acuicultura en España en la década de los años 80.  En los últimos cinco años ha participado en cerca de 40 publicaciones científicas relacionadas con los cultivos de un amplio abanico de especies, entre las cuales el centollo, el lenguado, el dentón y la dorada.  En la actualidad dirige la Unidad Operativa de Cultivos Acuícolas del IRTA en el centro de San Carles de la Ràpita en Tarragona.

Como testigo de la evolución de la acuicultura en España desde los años 80, ¿qué avances en I+D+i destacaría?

Desde los años 80 ha habido muchísimos cambios en la acuicultura, empezando porque, salvo en el caso del mejillón y la trucha, nadie sabía que podían cultivarse de forma comercial otras especies y sobre todo marinas.
En las décadas de los 80-90 había muy pocas empresas y muy pequeñas, la mayoría de tamaño familiar, que se ocuparan de esta actividad. Ahora hay multinacionales y las producciones que se alcanzan no son de pocos kilos sino de muchos miles de toneladas. Hoy en día todo el mundo conoce la acuicultura y sus ventajas.

En materia de I+D+i la gran diferencia entre aquellos años y la actualidad es que entonces la investigación estaba centrada en desarrollar la parte zootécnica y nutricional, es decir, obtener juveniles en número. En cambio, hoy en día lo importante es la calidad de los individuos, es decir, que la forma, el color y la calidad nutricional de los productos de acuicultura no se diferencien e incluso mejoren la de sus congéneres salvajes.

Además, las herramientas de investigación han cambiado muchísimo. En los 90 no existían o al menos no se usaban en acuicultura todas las herramientas de biología molecular que se emplean hoy en día, como las famosas tecnologías ómicas, y que permiten explicar con una base mucho más científica las observaciones que llevábamos a cabo entonces.

El IRTA acaba de poner en marcha un proyecto de investigación  sobre el cultivo de centollo. ¿Cuáles son las claves para conseguir el cultivo comercial de esta especie?

Empezamos a estudiar esta especie en el 2006 a través de proyectos JACUMAR o INIA. El último que se acaba de presentar se dedicará sobre todo a fijar algunos parámetros de cultivo, principalmente temperatura, que no se habían contemplado anteriormente, además de estudiar algunos aspectos de la biología de la especie que tampoco se habían abordado.

En los proyectos anteriores ya se establecieron las condiciones zootécnicas adecuadas para el cultivo larvario de la especie y para la obtención de juveniles con una buena supervivencia y crecimiento finales. En este sentido, otros grupos que colaboraban en los proyectos fueron capaces de obtener individuos adultos -no nosotros porque solo trabajamos con cultivo larvario- e incluso obtener individuos de segunda generación.

El cultivo comercial de la especie atlántica es posible sin demasiado problema. Para nosotros lo importante era establecer los parámetros de cultivo con la especie atlántica (Maja brachydactyla) para extrapolarlos a la mediterránea (Maja squinado) y poder acometer tareas de repoblación. Si algún productor se animara a producir esta especie de forma comercial existe abundante documentación sobre como hacerlo en la página web de la JACUMAR, como resultado de los planes nacionales anteriores en los que participamos -cultivo del centollo y repoblación-.

En cuanto a su grupo de investigación en el IRTA, ¿qué proyectos de desarrolla en relación al cultivo larvario?

Por un lado, trabajamos con corvina para fijar los parámetros de cultivo más adecuados, la densidad larvaria y de presas, así como las condiciones de luz y alimentación. Además de corvina, estudiamos el cultivo larvario del pulpo en dos proyectos distintos. El primero está financiado por el MICINN y colaboramos con el Instituto Oceanográfico de Tenerife y Torre de la Sal para estudiar el cultivo durante los primeros 15 días de vida larvaria y la influencia de la nutrición y el estrés. El segundo proyecto, financiado por JACUMAR, se llama Nutripulpo y engloba una parte de producción larvaria y otra de engorde con piensos. En la parte de producción larvaria estamos colaborando con el Instituto Oceanográfico de Vigo, Tenerife y Torre de la Sal, con centros autonómicos de Asturias y Murcia para establecer unos protocolos de cultivo larvario que permitan terminar de cerrar el ciclo porque el pulpo es una especie que está ocasionando muchas dificultades en su cultivo. Entre todos, estamos poniendo a punto cuando alimentarlos y con qué tipo de presas.

¿Qué resultados se han obtenido hasta el momento en el cultivo larvario de pulpo?

Hemos llegado hasta día 80 de forma muy esporádica pero nunca hemos logrado la metamorfosis, es decir, obtener juveniles. Con los crecimientos, como son muy dispares, la supervivencia es muy baja. Hemos llegado al día 80 pero con una o dos larvas nada más y se suprime el cultivo porque ya no da para más.

Normalmente casi siempre superamos el día 15, pero las larvas en la zona del mediterráneo son de menor tamaño que las que se producen en Galicia.  Además contamos con el handicap de que las larvas iniciales son más pequeñas.

La verdad es que tenemos una especie muy difícil de cultivar.

¿Dónde se encuentra el bloqueo?

La principal dificultad reside en qué darles de comer, además de ser animales muy territorialistas y caníbales. Se atacan entre ellos. Pero, sobre todo, el problema está en el alimento porque el pulpo en el medio natural tiene una dieta a base de crustáceos de pequeño tamaño presentes en el plancton. Sólo un par de  veces se consiguió cerrar el ciclo en Vigo y Asturias con zoeas de centolla [larvas de crustáceos]. Nosotros estamos obligados a darle Artemia porque si se quiere exportar a una hatcherie industrial es la presa viva que tenemos más disponible. Por lo tanto, tenemos que conseguir una Artemia que sea nutricionalmente adecuada para que la larva del pulpo la coma y crezca. Por lo tanto, la nutrición es el principal handicap. Enriquecemos los nauplios [larva recién eclosionada] de  Artemia con fitoplancton y también con dietas artificiales que están disponibles en el mercado, más ricas en omega 3. Pero si lo que queremos son metanauplios de Artemia los ácidos grasos del enriquecedor no los incorpora a sus tejidos de la misma manera y no es igual de rica nutricionalmente. La clave está en saber cómo tenemos que enriquecerla, durante cuánto tiempo y en qué momento dársela a la larva, además de ver si sólo con Artemia podemos cerrar el cultivo y obtener juveniles o es imprescindible añadir alguna otra presa.

Además de la corvina y el pulpo, el IRTA participa en un proyecto de investigación con lenguado. ¿En qué consiste?

Hemos seguido investigando el problema de la pigmentación en peces planos, que en el lenguado se debe a un alto contenido de ácido araquidónico dentro de la dieta, un ácido graso del grupo de los omega 6 vinculado a la producción de una serie de pseudohormonas que, a su vez, están involucradas en los procesos de pigmentación.

Dentro de ese mismo proyecto vamos a probar el efecto de la oxidación de la grasa sobre el enriquecimiento de las presas vivas y posteriormente sobre las larvas. Ésta es la última parte de este proyecto y de la tesis doctoral de una de nuestras estudiantes. Por lo tanto, estamos mejorando los sistemas de enriquecimiento para obtener una mayor calidad de larvas de lenguado.
Además en reproducción de lenguado el IRTA ha hecho un gran trabajo en establecer las pautas de comportamiento reproductivo del animal, especialmente de los nacidos en cautividad que dan problemas a la hora de obtener puestas y en intentar averiguar las causas, en parte nutricionales, de que los individuos nacidos en cautividad no desarrollen dicho comportamiento y no se puedan obtener puestas, existen dos tesis doctorales casi finalizadas sobre estos temas

También estamos desarrollando un proyecto JACUMAR de mejora genética de dorada, Progensa. en el que participamos junto a las comunidades autónomas de Canarias, Murcia, Andalucía y Catalunya. En este trabajo hemos producido juveniles de dorada en nuestras instalaciones seleccionando aquellas puestas coincidentes en la mitad del periodo de puesta, cuando la contribución a la puesta de machos y hembras, y por lo tanto la variabilidad genética de las puestas, es mucho mayor.  Después de llevarlos a talla comercial, hemos controlado periódicamente el crecimiento y el desarrollo del animal y, al final de todo el cultivo, hemos valorado una serie de parámetros productivos, es decir, el peso del canal, el filete, la presencia o ausencia de deformaciones, la morfología externa del animal y, por su puesto, el crecimiento.

Estos datos los vamos a correlacionar con la contribución parental con la idea de desarrollar unos sistemas múltiples en distintos genes que nos permitan hacer una atribución parental muy rápida. Esta serie de múltiples se podrán comercializar y poner en manos de los productores.

Con todos los resultados recogidos vamos a elaborar una enorme base de datos para determinar los caracteres que pueden estar ligados a los genes y puedan ser susceptibles de mejora genética. Es decir, si hay caracteres de calidad de filete, de peso de la canal o de composición que tienen factor genético. Y a partir de ahí desarrollar programas de mejora y selección genética.

¿Cómo es la transferencia de conocimiento entre el IRTA y las empresas privadas?

Además de investigación, hacemos contratos con empresas tanto en Catalunya como a nivel nacional. Ahora estamos colaborando con muchas de ellas en producción de aditivos. También se han aproximado a nosotros empresas relacionadas con la sanidad animal interesadas en registrar sus productos y realizar ensayos. Además, colaboramos de forma estrecha con las principales empresas productoras de piensos.

Algunas de las productoras de piensos trabajan en la inclusión de componentes vegetales en la dieta de los peces. ¿Podría ser una alternativa a la dependencia de harinas y aceites de pescado?

Se ha demostrado que las dietas que cuentan con harinas y aceites de pescado se pueden sustituir por aquellas de origen vegetal. Pero no la totalidad, hasta el 70% y no durante toda su etapa de engorde porque al final los animales con este tipo de dietas pierden los omega 3, por lo que es necesario al final de este periodo hacer un recebo con estos ácidos grasos. La gran ventaja es que se pueden hacer peces a la carta, que tengan un filete con la cantidad de omega 3 que el productor quiera.

Al menos en la dorada, se ha comprobado que la incorporación de estos ácidos grasos en el filete es paralela a la que se incluye en los piensos. Éstos fueron los resultados del proyecto Aquamax.

La mayoría de las empresas productoras de piensos ya incorporan una parte importante de los ingredientes de origen vegetal. Ahora están probando ir más lejos. Por ejemplo, dentro del proyecto Acuisost de Dibaq han estado probando residuos de fábricas de harina, galletas y de pan de molde porque tienen un alto contenido en proteína y se pueden incorporar a los piensos.

¿Cómo se puede generar confianza en el consumidor?

Pueden estar tranquilos, sin ninguna duda, porque son animales que están controlados durante todo el ciclo de vida, tanto a nivel sanitario como de crecimiento y salud. A los mismos productores les interesa ofrecer un producto de calidad con buena cantidad de omega 3, que es lo interesante para el consumidor.

Sin lugar a dudas, el producto de acuicultura va a ser de calidad sea cual sea el tipo de pienso empleado porque se va a cuidar que el producto tenga la composición adecuada cuando llegue a la mesa.

En cuanto a sanidad, se ha certificado que los productos acuícolas son libres de anisakis. Además, se han elaborado muchas vacunas para prevenir las enfermedades que pueden tener durante el proceso de cultivo y ya apenas se utilizan antibióticos, que era algo que se nos achacaba. También se cuida que el sacrificio siga un protocolo de bienestar. Al final, llega a la mesa un producto de muy buena calidad y que ha sido muy bien tratado durante todo su proceso.

Alicia
Estévez
Titulacion: 
Licenciada en Biología por la Universidad Complutense de Madrid. Doctora en Pesquerías por la Universidad de Kagoshima (Japón). Doctora en Biología
Profesión: 
Jefe de la Unidad Operativa de Cultivos Acuicolas del IRTA en el centro de San Carles de la Ràpita
Miscelánea: 

Alicia Estévez inició su andadura como Directora Técnica en la Granja Atántica de Couso, en la localidad de Ribeira (A Coruña), de 1987 a 1989. A continuación, desempeñó la labor de investigadora de la Xunta de Galicia hasta el año 1998, cuando solicitó una excedencia voluntaria.
Ha sido becaria postdoctoral en la Universidad de Kagoshima en Japón (1992-1996); en la Universidad de Stirling en Escocia (1996-1997) y en la Universidad de Japón (1998-2000).
Ha desarrollado gran parte de su trayectoria profesional en el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) de la Generalitat de Catalunya, dónde ha trabajado como investigadora desde el 2000. Nueve años después fue nombrada Jefe de la Unidad Operativa de Cultivos Acuicolas del IRTA en el centro de San Carlos de la Rápita, cargo que ha ocupado hasta la actualidad.