Los mejillones pueden salvarse de las mareas rojas

Martes, 12 Diciembre, 2017

Un investigador de la Universidad Politécnica de Madrid ha participado en el proyecto Epitox con el objetivo de determinar si es posible producir ciertas estirpes de mejillón que acumulen menos toxinas o, al menos, en niveles por debajo de los que se consideran perjudiciales desde el punto de vista sanitario. En el trabajo se demuestra que es posible hacerlo, reemplazando o complementando la semilla silvestre con semilla producida en un criadero. Esta solución contribuiría a solventar el principal problema del sector mejillonero –las toxinas y las mareas rojas– y a obtener un producto mejor adaptado a los consumidores a un costo menor.

El mejillón mediterráneo es una de las principales especies de la acuicultura europea y Galicia, con una producción de alrededor de 200.000 toneladas al año, es la principal región productora de Europa y ocupa uno de los primeros puestos a nivel mundial.

El principal problema para el cultivo del mejillón es la acumulación de toxinas provenientes de las floraciones de microalgas –comúnmente conocidas como mareas rojas– que están amenazando seriamente el cultivo de este y otros bivalvos marinos en Galicia. Estos episodios tóxicos recurrentes, que incluso han aumentado en los últimos años, han determinado la prohibición de la comercialización del mejillón durante largos períodos de tiempo. Dado que este evento ecológico es un proceso natural, es difícil encontrar una solución directa y definitiva a este problema.

Para intentar reducir los impactos asociados a dichos episodios se puso en marcha el proyecto Epitox en el que se han desarrollado distintos proyectos de investigación. Uno de ellos, coordinado por el Centro de Investigacións Mariñas (CIMA) y en el que han participado la Universidad de Santiago de Compostela, Geneaqua, el Instituto Gulbenkian de Ciencia, la Universidad de Gerona y la Universidad Politécnica de Madrid tenía por objetivo conseguir, a través de programas selectivos de mejora genética, cepas de mejillón con menor absorción de toxinas y mejor desintoxicación o, en última instancia, con un mejor equilibrio entre ambos procesos.

Miguel Ángel Toro, el investigador de la Universidad Politécnica de Madrid que ha participado en el estudio, explica que “para saber si es posible desarrollar un programa de selección genética que permita conseguir una estirpe que no acumule toxina hay que saber que si dejas como reproductores mejillones que acumulan poca toxina, sus hijos también van a acumular poca toxina. Esto solo es posible si el valor de la heredabilidad es sustancial”.

En el estudio, señala el investigador, “estimamos la heredabilidad y las correlaciones (genéticas y fenotípicas) para la concentración de toxinas tanto después de un episodio tóxico relacionado con la toxina diarreica principal (el ácido ocadaico) como después de un período de depuración en instalaciones interiores. Aprovechamos el diseño experimental para estimar los mismos parámetros para otros rasgos relevantes para la producción de mejillón, como los relacionados con el crecimiento y el color”.

Los resultados obtenidos mostraron que las heredabilidades fueron moderadas pero significativas, tanto después de los períodos de acumulación como de desintoxicación, lo que señalaba la posibilidad de reducir la concentración de toxinas a través de programas de mejora en mejillones.

Los rasgos relacionados con el crecimiento también mostraron heredabilidades moderadas, mientras que el color mostró una heredabilidad muy alta, lo que los hace adecuados para la selección en función de las demandas del productor y del consumidor. Curiosamente, los rasgos relacionados con el crecimiento mostraron correlaciones genéticas y fenotípicas negativas con la concentración de toxinas, mientras que los de color resultaron positivos, sugiriendo que los mejillones más grandes y más blancos acumulan menos toxinas.

 “Nuestro estudio respalda la viabilidad de los programas de mejora para enfrentar los principales problemas de la industria del mejillón, pero este enfoque determinará un cambio en la producción de semilla, reemplazando o complementando la semilla silvestre con semilla producida en el criadero”, concluye Toro.